Es difícil hacer algo lo suficientemente bien y no creérsela ni un poco. Puede negarlo cualquiera, pero francamente no le creería. Principalmente porque en esencia no me parece mal, es esperable. Tampoco le creo demasiado al que dice que no le importa nada la mirada del otro. Lejos de parecerme una actitud determinada y madura, me parece de lo más infantil, porque solamente en el otro podemos notar que nos estamos equivocando o que estamos haciendo las cosas bien. Nuestra opinión es la más subjetiva siempre. Maduro me parece hacerle a las opiniones ajenas un merecido análisis para poder sacar lo valioso, lo que realmente ayude a crecer.
Y entre que te salgan las cosas bien y la mirada ajena, siempre aparece la palabra "figurar". "Este busca figurar", "Este busca fama", "Este quiere que lo miren". ¿Lo correcto entonces sería hacer las cosas mal? "No, lo correcto es no demostrarlo". Quiero ver cómo hacen para hacer cosas que solamente se pueden hacer bien en público (dar el asiento, por ejemplo) o saber si evitan hacer cosas buenas cuando hay alguien delante. ¿Suena un poco tonto, no? Sin embargo nos manejamos así. Creemos que el que hace algo bien, por hacerlo notorio, es malo. Asumimos que su motivación es mala.
Incluso la religión cristiana inculca "que tu mano derecha no se entere de lo que hace tu mano izquierda". Entiendo perfectamente el sentido porque, en los versículos alrededor, queda muy claro: no es necesario hacer espamento cada vez que cumplís con la ley. La cuestión es que, por un motivo u otro, la gente a la que admiramos en muchos casos es famosa, se hizo famosa por sus actos. Se hizo admirable. Imaginen si Martin Luther King Jr. hubiera pensado "No debería encabezar esto, la gente va a pensar que solamente busco fama". ¿Sigue sonando estúpido? Lo es. Es ridículo que pensemos que la motivación de alguien para todo es llamar la atención. Es subestimar de forma horrible a un ser humano.
Pasa todos los días. Cualquier persona famosa que hace algo bueno de forma pública se lo acusa de careta, de querer publicidad. No obstante al ser algo público inspira. Despierta. Nos hace ver que un cambio es posible. Muchas veces nos invita a participar, a hacernos parte. Si alguien reconocido muestra que hace casas para la gente sin techo puede que algunas personas lo vean y piensen "yo también podría hacerlo". Me acuerdo una situación puntual: Escuchando Perros de la Calle un día llamó a la radio alguien de un lugar de residencia contando que el techo de una habitación común (supongamos que el comedor) del lugar (donde vivía mucha gente) se había caído y no podían seguir así. Andy Kusnetzoff se comunicó con una empresa proveedora de materiales de construcción y el dueño (o responsable o encargado, no aplica) simplemente dijo “decime qué necesitás y adónde lo mando”. Sencillo, simple. Van a decirme (y con razón) que con esto se hizo publicidad. Sí, sin duda, pero las cosas llegaron, el problema se resolvió. Es un trato ganar-ganar, y no por ello hay que verlo meramente como publicidad.
Pero el que nada hace ni nada quiere hacer solamente ve negro. No hace ni pretende dejar que los demás hagan, para no ser puesto en evidencia. Si él hace se nota que yo no hago, entonces mejor que no haga. O mejor aún, manchar lo que hace con una motivación egoísta para dejarlo además mal parado. Y la comodidad se perpetra.
La soberbia mira desde más arriba y no llora penas ajenas, en cambio el autoestima se transmite y contagia a cualquier persona buena.