jueves, 14 de mayo de 2015

Estuve ciego, sordo, mudo y tan lejos de la verdad

 Siempre pensé que pretender que una persona de 17 o 18 años sepa a qué se quiere dedicar durante los siguientes 40 años corresponde a un pensamiento un poco psicópata. No sólo estamos hablando de personas que no alcanzaron la adultez, sino de personas que un año atrás les costó decidir entre una empresa de viajes y otra y entre boliches para su fiesta de egresados. Y eso no está mal. Pero ¿por qué alguien que conoce apenas las materias del secundario y el relato de algunos profesionales sabría cuál es su vocación?

 Siempre uno de mis mayores miedos fue llegar a los 60 con la certeza de que mi vida laboral fue una mierda, algo que no disfruté nunca, independientemente del éxito (o no éxito) monetario. Ahora los profesores (algunos al menos) dedican horas de sus clases a la casándrica* tarea de decirle a sus alumnos que pueden equivocarse al elegir la carrera y después corregirse, o que no tienen que elegir pensando en plata. Los alumnos, como los perritos que están en algunos autos, agitan la cabeza de forma autómata, pero los miedos siguen ahí. Que si esto está bueno, que si convence a mis viejos, que si me va a dar de comer.

 Lo bueno es que en muchos casos la experiencia te convence de que tenían razón. En algún momento te cae la ficha de que laburar en un cubículo de 2x2 en algo que odiás para ganar plata con la que sobrevivir un mes más en el que vas a seguir laburando en algo que odiás es bastante irracional. Y en algún otro te cae la ficha de que el planeta no se detuvo por ningún recursante ni por ninguno de 20, 25 o 30 que empieza una carrera. De hecho al mundo le chupa un sobrado huevo. Lo peor que te puede pasar al respecto es que a tu alrededor sean todos pendejos que, recién salidos del secundario (o casi) ponen a prueba tu paciencia todo el tiempo. En ese caso, buena suerte.

 Por otro lado están tus viejos, a los que se puede separar fácilmente en dos categorías: los que te apoyan en lo que se te ocurra que quieras estudiar y los que te dicen “esto no”. Claramente en una división así de arbitraria caben tantos grises como padres, pero a efectos prácticos me viene bien. El primer grupo no merece mucho análisis ni produce (en general) muchas dificultades al casi-adulto. El segundo… es complicado. Obviando el extremo de “vas a estudiar lo mismo que yo” (caso en el que te recomendaría mudarte) suelen hablar de “carreras serias” y plata. A riesgo de ser una mala influencia para mi eventual lector, voy a darte un consejo que a mí me hubiera sido útil: no los escuches. ¿Por qué? Mirá a la mayoría de las personas de entre 40 y 60 años… ¿se ven felices? Muchos de ellos son los que nos gobiernan… ¿confiás en ellos? Son una generación frustrada, que en muchos casos estudiaron (si pudieron hacerlo) lo que estudió papá o lo que papá y mamá quisieron que estudien. Incluso obviando todo esto hay un hecho ineludible: lo que elijas lo vas a estudiar y laburar vos, no ellos. Vos vas a dedicar las próximas cuatro décadas de tu vida a lo que sea que elijas. Ojo, no lo hacen “de malos”, quieren tu bien. Piensan realmente que eso es lo que corresponde, lo que está bien, las “carreras serias” y la plata segura. No quieren que te cagues de hambre porque te quieren, y eso está bien. Simplemente el mundo dio varias vueltas y el paradigma (gracias a Dios) cambió bastante.

 En lo referente al trabajo, no lo hagas por plata si no la necesitás (si no la necesitás para comer, no para comprarte todo el local de Kevingston). Conviene siempre trabajar en algo en lo que puedas aprender más que en algo en lo que te paguen muy bien. Aprovechá mientras no te tengas que mantener (si tenés esa suerte) y buscá un laburo que tenga que ver con lo que querés ser en la vida. Salvo que tu meta en la vida sea ser dueño de una cadena de comida rápida, laburar en ese rubro lo único que va a darte es plata. Decime hippie si querés, pero no creo que tardes mucho en darte cuenta de que podés hacer cosas mejores con ese tiempo.

 Siempre pensé que la vocación tiene que ver con la misión que uno tiene, el motivo por el que estamos acá. ¿Qué te motiva? ¿Qué te hace único? ¿Qué te apasiona? Si la vocación que elegiste no te ayuda directamente a cumplir tu mayor sueño… ¿qué clase de vocación es? Si el trabajo que estás haciendo no te hace crecer como profesional ni como ser humano ni te acerca a la persona que querés ser ¿por qué lo hacés? ¿Realmente estás dispuesto a sacrificar tus horas de vida en un trabajo para que te den un sueldo con el cual sobrevivir un mes más… odiándote? ¿No tenés los pantalones para arriesgarte a ser feliz?

 Yo egresé en el 2012 con la idea frustrada de ser locutor (frustrada por algún profesor, algunos amigos y los médicos que postergaron una operación que me permitiera respirar mejor) y con la idea de que ser ingeniero era algo que me iba a gustar (porque siempre fui bueno con los números) y me iba a dar una salida laboral segura (porque hay pocos). Pasé el ingreso de la UTN con bastante facilidad y entré en Ingeniería Mecánica. El primer año normal, metí 5 de 8 materias y ya algo me decía que no era para mí. Empecé el segundo año y antes de llegar a la mitad estaba convencido. Fui a un psicólogo en busca de orientación vocacional… y entre varias características descubrí que el periodismo podía ser lo que buscaba. Empecé este año… y me encanta. Realmente creo que puede ser mi profesión, disfruto haciendo cada trabajo. Me publicaron dos notas: Flor de reclamo ( http://www.diariopublicable.com/s…/3639-flor-de-reclamo.html) y "El FpV se está disolviendo en sus propias internas" (http://www.diariopublicable.com/politica/3629-el-fpv-se-esta-disolviendo-en-sus-propias-internas.html), ambas con experiencias increíbles de por medio. Y lo llamativo del asunto es que no podría haber estudiado periodismo apenas salí del secundario, porque era otra persona. Tenía una personalidad distinta. Tenía que equivocarme previamente para tener ese tiempo de madurar algunos aspectos que ahora me hacen la diferencia a la hora de enfrentarme a distintas cosas. No siento haber perdido el tiempo. Lo hubiera perdido de seguir estudiando ingeniería para vivir una vida de hacer algo que no disfruto. En cierta medida salvé mi vida (dándome la oportunidad de que valga la pena).

Serás lo que debas ser, o no serás nada

*Casandra fue sacerdotisa de Apolo, con quien pactó, a cambio de un encuentro carnal, la concesión del don de la profecía. Sin embargo, lo traicionó y Apolo la maldijo: seguiría teniendo su don, pero nadie creería jamás en sus pronósticos. Tiempo después, ante su anuncio repetido de la inminente caída de Troya, ningún ciudadano dio crédito a sus vaticinios.
Perdón pero el término encajaba tan bien que una vez que se me ocurrió no pude sustituirlo.

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