viernes, 27 de febrero de 2015

No dejes que te pase el ganado por encima

 ¿Cuál es tu norte? Vamos, tu objetivo, tus sueños, a lo que apuntás, lo que querés hacer. Detenete a pensarlo un segundo. Pará... ¿estás seguro? Entonces jugate entero. Ya. Ahora. Dalo todo. No mañana, no la semana que viene. No esperes al lunes, empezá ya. Porque creeme que si hay algo inclemente, algo que de verdad no te va a perdonar... es el tiempo. No hay forma en que te devuelva ni 5 segundos que hayas perdido distrayéndote en intentar ser quien otros querían que fueras. Muchos entregarían todas sus posesiones por 5 minutos más de vida, y podés estar seguro de que tal intercambio no es seguro. Al final, a tu última morada no va a acompañarte ni siquiera tu cuerpo.

 No tengas miedo a equivocarte porque esa es la mayor trampa para el fracaso. Equivocarte es un paso, no un obstáculo. Un científico dijo que no se equivocó formulando 999 hipótesis incorrectas hasta llegar a tener razón formulando la número 1000, sino que fue un experimento de 1000 pasos. Realmente es ingenuo creer que un camino se bifurca entre el fracaso y el éxito, porque no es así. El éxito es un largo camino de fracasos y en eso te tenés que enfocar. Equivocate. Equivocate de nuevo. Equivocate mejor.

 Dentro de 20 años o de 2 semanas es probable que te arrepientas más de lo que no hiciste que de lo que te equivocaste haciendo. Hacé. No tengas miedo a romperte, porque no tiene sentido haber pasado por todos los cachetazos que la vida te da por defecto para que no haya valido la pena. Hacé que valga la pena, salí a pelear por lo que querés. Salí a hacer realidad lo que está en tu cabeza, porque nadie lo va a hacer por vos.

 "Tenés que ser realista" ¿Realista? Los hermanos que pensaron que el acero podía flotar no fueron realistas. Lo pensaron hace más de 100 años. Creer que podemos suspender 397 toneladas en el aire y llevarlas a pasear por todo el globo no es realista. Eso es lo que pesa un Boeing 747 con pasajeros. No es realista que las obras completas de 1000 autores puedan entrar en unos pocos centímetros cúbicos. No es realista que toques un botón y haya luz. No es realista poder oír la música de un artista muerto. Ser realista es una barrera, una mentira que nos acomoda en el sillón. Nos hace un número, un cliente, un engranaje.

 Un actor al que admiré siempre fue Will Smith. Un verano su padre derribó una pared de ladrillos en frente de su negocio, y le dijo a Will de 12 años y a su hermano de 9 que la reconstruyeran. Un trabajo que ellos dijeron que era imposible. Les llevo un año y medio, pero lo hicieron. "Me dijo: 'Jamás me digas que hay algo que no puedas hacer'. No tratas de construir una pared. No sales a construir una pared. No dices 'voy a construir la pared más grande e imponente que se haya construido jamás'. No empiezas ahí. Dices: 'Voy a poner este ladrillo tan perfectamente como un ladrillo pueda ponerse' y lo haces todos los días y pronto tienes una pared."

 Basta de excusas. Simplemente empezá, y empezá ya. Lo puedes imaginar, lo puedes lograr.

No es el criticón quien cuenta. Ni quien señala cómo el hombre fuerte tropezó. O dónde el que hace la hazaña podría haberlo hecho mejor. 
El mérito pertenece al hombre en el campo de batalla, cuyo rostro está dañado por el polvo, el sudor y la sangre. Quien lucha con valentía. Quien se equivoca y falla una y otra vez. Quien conoce los grandes entusiasmos, las grandes dedicaciones y se empeña en una causa noble. 
Quien, en el mejor de los casos, encuentra al final el triunfo del gran logro. Y quien, en el peor de los casos, si falla por lo menos falla atreviéndose.
De modo que su lugar jamás estará con aquellas frías y tímidas almas que no conocen ni la victoria ni la derrota.

lunes, 23 de febrero de 2015

No estoy solo, de verdad. Me acompaña mi propia soledad.

 A veces estás envuelto en un abrazo enorme, o caminando en medio de la Av. Corrientes donde a nadie le importa más que su propio trayecto y te chocan de forma despiadada... y de todas formas te sentís en medio del desierto. Como si fueras el último ser humano en la Tierra. Como si toda la humanidad se hubiera escapado de tu mundo. Porque eso sentís exactamente, que la gente que estaba en tu planeta escapó.

 No, no es que nada más desapareció. Se fue. Voluntariamente. De alguna forma la soledad trae de la mano a la culpa, siempre te hace sentir que vos sos el responsable. Te convierte en tu enemigo. En tu peor enemigo, sin duda, porque es el único que conoce todas tus debilidades... y muchas veces no te tiene piedad. A veces como una masa oscura y opresiva, un monstruo que se te sienta en el pecho y molesta al respirar. Confiás en el tiempo, el bendito tiempo que todo lo cura, que todo lo resuelve. El maldito tiempo que pasa sin pedir permiso, que te lleva puesto si te quedaste quieto sin importarle tu pasividad. Como tantas otras cosas, un arma de doble filo. Depende de la propia habilidad para manejarla. ¿Será que, con una cuota de suerte, la solución caiga del cielo?

 La soledad no se rige en números... da igual si estás en tu habitación a oscuras o en el subte apretado como dentro de una lata de sardinas, podés sentirte de la misma forma solo o acompañado. Lo único cierto ahí es que te sentís así, que no importa mirar a tu alrededor y comprobar que, efectivamente, la gente sigue ahí. Estás solo. 

 En la noche se hace notar más, cuando ya los ruidos externos van menguando con la luz hasta extinguirse casi por completo. ¿Cuánto de lo que pensamos o hicimos de noche no hubiera pasado de día? ¿Será que la oscuridad trae magia, trae valentía? ¿O simplemente el descenso de la temperatura, de la luz y de los sonidos hacen que podamos divagar más? La noche, ahora tan asociada con la fiesta nos puede recordar que no estamos en una. O si, de casualidad estamos, si nos sentimos solos podemos buscar compañías poco saludables. El alcohol seduce tanto con la promesa del olvido momentáneo que resulta un amante cruel y traicionero porque, creeme, más tarde o más temprano en ese mismo lapso de tiempo te va a pasar factura multiplicando todo lo negativo de golpe. 


 No siempre podés esquivar la soledad con música o entretenimiento. Algún día, de una forma u otra te terminás quedando a solas con vos mismo. Y en ese momento te deseo que al menos te soportes. Porque creeme que cuando sentado en el campo rodeado sólo por oscuridad y las estrellas tu única compañía es el murmullo de un río... te encontrás (sin poderlo evitar) con vos mismo. Y seguro sos demasiado inteligente como para poder aparentarte a vos mismo ser más interesante o menos imperfecto. Buena suerte.


No estoy solo, somos dos con mi tarde triste y yo.

sábado, 14 de febrero de 2015

Crazy little thing called love

 San Valentín, Día de los enamorados, díganle como quieran. 14 de febrero es el día en el que mundialmente se celebra el amor romántico. Aceptada esta fecha por ser cuando se conmemora el martirio del santo que había luchado casando gente (cuando estaba prohibido) hacia el siglo III, se hizo costumbre primero anglosajona y luego mundial. 

 Por lo que se puede observar también pudo haberse llamado "Día del resentido", pero hubiera sido mucho menos popular -aunque quizás se repartirían más regalos-. Se ha dicho mucho que esta fecha es una fecha comercial al igual que pasa con  el Día del padre, Día de la madre, Día del amigo e incluso Navidad. No negaría que las empresas lucran muchísimo -desde el cine hasta los floristas, incluyendo restaurantes y videojuegos- pero ¿Qué tiene de malo una celebración? El evadir el consumismo salvaje o no queda en la forma de celebrar de cada uno, que puede optar por tantas opciones como su mente se lo permita. 

 De todas formas, creo que en mucha gente eso no es más que una excusa. No hay festividad que reciba más bronca que esta. Mucha gente que no está enamorada reniega contra los que sí lo están, o simulan estarlo. Acusan a muchos de infieles y cornudos, y aunque tuvieran razón... ¿En qué les varía? Tenemos a nivel sociedad la maldita costumbre de querer sabotear lo que no nos incluye para sentirnos menos peor. Y no, no lo dije mal porque ciertamente no es "mejor" sino simplemente "menos peor". 

 El amor merece celebrarse (no sólo el romántico) y si tiene un día para eso, mucho mejor. Que los enamorados disfruten regalándose cursilerías y teniendo una excusa más para hacer algo distinto. Buena oportunidad para revivir el romaticismo. Disfrútenlo.

 En lo personal no lo celebré, pero viví un lindo día con amigos. Y si me pasa eso de "enamorarme", sí, seguramente lo celebre. Suena a que está bueno. Sean felices tratando de dejar ser felices al resto.

Seguro bastará.

 Sin duda esta es una de las historias de amor más lindas que vi. Es real, al artista le llegaron esos mails... aunque lamentablemente perdió el contacto con Paco y nos tenemos que conformar con imaginar el final. En lo personal, espero que haya bastado.

martes, 10 de febrero de 2015

¿Qué harías tú si Adelita se fuera con un comisario?

 Un día te levantás y te das cuenta de que ya no es lo mismo. Ya no la querés como antes. O no te quiere ella. En ese caso puede pasar que un día te levantes y sigas sin darte cuenta pero te lo haga notar.

 Vos podés pensar que es pasajero, que es una etapa, que ya van a estar mejor. Pero nada es igual. "¿Estaremos madurando?" te preguntás, con razón. Puede ser. De repente ella te hace ver que no son tan compatibles como pensaban. Que acá y allá no tienen nada que ver. Y vos pensás "Bueno, las diferencias nos enriquecen". Pero no, no lo hacen. Las diferencias hacen que choquemos. Las diferencias no están en las tonterías o en algunas ideas. Están en lo más profundo. Son formas distintas de vivir y de ser. Son caminos claramente marcados... hacia lugares distintos.

 Capaz vos no creés en nada de eso, pero ella sí. Y en honor al amor y a la libertad que viene enganchada a este la dejás ir. No porque quieras, no porque no lucharías... sino porque es ella la que tomó una decisión y lo mínimo que podés hacer en nombre al cariño que decís tenerle es respetarla. Podés querer correr a su casa y plantarte en la puerta esperando hablarle o podés comerte las ganas -y las uñas- y reprimirte. Después de un tiempo (¿Qué importa cuánto?) la ves feliz con otra persona. Y vos ahí, queriendo mostrarle que darías todo por mirarla a los ojos un poco más. En eso se basa el título de este post. La canción que alguna vez le escuchamos seguramente a algún mariachi reza "Si Adelita se fuera con otro la seguiría por tierra y por mar, si por mar en un buque de guerra, si por tierra en un tren militar". Sabina, en "La canción más hermosa del mundo" retruca con la pregunta del título. ¿Qué harías si, queriendo a alguien con locura, dispuesto a todo, está con quien le da vuelta el mundo, quien le da felicidad? ¿Está el amor en resignarse y dejarla ser feliz con otra persona? ¿O está el amor en apostar una vez más, en no importar más que el amor y volver a intentarlo, aunque se pueda importunar? ¿Nos equivocamos en dejarla ir, o nos equivocamos en quererla recuperar?


Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.

 Como es común, no tengo respuestas a estas preguntas. Alguna vez me dijeron que es más importante preguntarse que contestarse. Espero que nunca me pase.

domingo, 1 de febrero de 2015

I must be strong and carry on

 Un hombre estaba poniendo flores en la tumba de su esposa, cuando vio a un hombre chino poniendo un plato con arroz en la tumba vecina. El hombre se dirigió al chino y le preguntó:
-Disculpe señor, ¿de verdad cree usted que el difunto vendrá a comer el arroz?
-Sí -responde el chino- ...cuando el suyo venga a oler sus flores.

 Este simpático relato responde a mucho de lo que les pasa a quienes perdieron personas importantes en su vida. Tiendo a ser accesible al debate en cosas incluso tan profundas como la religión, pero en esto no. La forma que alguien tenga de vivir el luto no es cuestionable.

 Por supuesto uno siempre va a abogar a que nuestros seres queridos no le hagan daño a nadie ni se hagan daño a sí mismos, así que, haciendo un paralelismo con las "leyes de la robótica", esta "ley" está regida a una ley primordial que sería no lastimarse a uno mismo ni a terceros. Pero si alguien quiere llorar, reírse histéricamente, gritar o celebrar la fecha de muerte de un ser querido... ¿quiénes somos para decirle "estás equivocado"?

 Hace poco me comentaron que la familia de un nene que murió un accidente celebró su cumpleaños cuando fue la fecha e invitó a todos sus amigos. No solamente nadie debería tener el estómago para decirle que lo que están haciendo no les parece bien, sino que además ni deberían atreverse a pensarlo. ¿Saben medir el dolor? ¿Saben cómo calmarlo? ¿Saben qué es mejor para honrar una memoria? ¿Quién les contó?

 Y lamentablemente es un tema que me tocó de cerca. Mi papá falleció cuando yo no llegaba a cumplir 10 años. Desde entonces tuve, a mi criterio, dos opciones: Tomarlo como un hecho triste, traumante e incapacitante del que no se puede hablar o tomarlo con el humor del que mi papá hacía gala entre su familia y amigos. El que conoció a mi papá sabe que vivía contando chistes (costumbre que intento imitar) y era un tipo que solía estar de buen humor (aunque tenía su carácter fuerte). Me pregunté qué hubiera querido él y la respuesta fue sencilla. Hoy en día profeso un humor negro a prueba de muerte, y se me ocurren pocas cosas de las que no podría hacer humor. ¿Por qué? Porque creo que el hecho de que algo sea trágico, terrible o insultante no evita que pueda tener un lado divertido. Y en base a que tomé la costumbre de hacer chistes referidos a mi papá en mi no tan tierna infancia recuerdo las exactas palabras que me dijo una compañera: ¿Te causa gracia que tu papá se haya muerto?

 No. No me causa gracia. Es simplemente mi forma de sobrevivir en un mundo que sigue girando aunque un pibe no tenga padre o madre, aunque haya gente que se muera de hambre, aunque haya miseria en cada rincón. Tampoco me parece mal que sea así, es simplemente la realidad y mi reacción frente a ella. Entiendo que mi forma de ser, mi reacción pueda ser chocante. Pero dudo que sea tan chocante como arremeter de lleno contra la forma de alguien de sobrellevar algo tan complejo como el dolor.


Mucha risa, pa' que no nos duela nada